El equilibrio entre quien ya soy y quien quiero ser

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A veces sentimos que queremos ser diferentes, queremos mejorar en algún aspecto o en varios.

Ese deseo de crecimiento es el que nos impulsa a adquirir nuevos recursos: nuevos conocimientos o nuevas habilidades de distinta índole (emocionales, físicas, de relacionamiento, artísticas, etcétera).

Es en pos de ese ideal —que se diferencia en algo de nuestro yo actual— que nos esforzamos y que, con el tiempo, nos transformamos en seres más completos en las áreas que cada uno elige para su crecimiento.

Este deseo de ser mejor es un elemento muy importante en nuestra evolución individual y también como sociedad.

Hay otra perspectiva de las cosas que tiene igual o mayor importancia: valorar explícitamente todo lo que ya soy, todo lo que ya logré, todo lo que crecí en relación a aquel ser de hace 1, 2, 5, 10, 20, 30, 50 años o más.

Esa valoración consciente y explícita es la que me permite e impulsa a hacer «lo mejor posible con lo que tengo» o, dicho de otra manera, «a ser ya mismo la mejor versión posible de mí misma».

Si estoy permanentemente viendo cuánto me falta, o quién no soy pero quiero ser, además de ser muy frustrante, tendré siempre una buena excusa para no ser o dar el máximo del que soy capaz.

Por lo tanto, hoy te invito a detenernos ante el interjuego de estas dos perspectivas, y valorarlas a ambas, y aprovechar lo mejor de ellas:

  1. Soy consciente de mí misma y me considero la mejor versión posible al día de hoy.
    ¿Quién es mi mejor versión?
    ¿Cómo habla?
    ¿Cómo actúa?
    ¿Qué siente?
    Con mi realidad actual tal cual es, tengo muchas elecciones.
    Asumirme como mi mejor versión me ayuda a tomar las mejores decisiones.
     
  2. Tengo conciencia de en qué sentido quiero crecer y tomo las decisiones que me ayudan a adquirir los nuevos recursos que necesito para lograrlo.
    Soy consciente de la brecha que existe entre mi yo actual y ese yo futuro al que aspiro.
    Veo en esa brecha una oportunidad de aprendizaje que elijo aprovechar y, así, evolucionar.

 

Si lo deseas, obsérvate un momento y pregúntate:

  • ¿En cuál de estas dos perspectivas me coloco más a menudo?
  • ¿Qué pasaría si me colocara en la otra con más asiduidad?

 

Y si quieres ir un poco más profundo:

  • ¿Qué aspectos de mi vida se beneficiarían más de la perspectiva 1?
  • ¿Qué aspectos se beneficiarían más de la perspectiva 2?
  • ¿Cómo puedo recordarme esto en los momentos que más lo necesito?

 

Espero que esta entrada te signifique alguna contribución para tu evolución.

Si te gustó, también puede interesarte leer «Un simple cambio de perspectiva con grandes consecuencias» ; «Sentirte como quieres pero ahora mismo», y ¿Tus esfuerzos no rinden?

Todas las entradas en este blog son, hasta el momento, de mi autoría.

Patricia

Hoy es 20 de febrero de 2019