Algunas sugerencias para tu práctica. Son eso, sugerencias. No son imprescindibles pero seguramente ayuden.
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Suele pasar que entre los pensamientos que notamos al meditar haya alguno que queramos recordar después de la práctica. Pero si no lo soltamos, chau meditación. Dejar al lado papel y lápiz nos permite, llegado el caso, anotarlo y regresar a la práctica.
Es una manera sencilla de relajar los músculos de la cara y disminuir la cantidad de saliva. Puede servirte para cualquier momento del día en el que te sientas tenso, no solo para la meditación.
Las expectativas juegan en contra de lo que buscamos con la práctica de meditación: calmar la distracción, concentrar la mente y/o desarrollar cualidades tales como la compasión y el amor.
Al mismo tiempo, en cada uno de nosotros ya existe el Buda que queremos llegar a ser. Se trata de ir quitando todo lo que sobra y nos distrae. Una cosa es practicar sin saber si se tendrá éxito y otra muy diferente es practicar sabiendo, con total certeza, que eso que buscamos ya existe adentro nuestro.
Aparenta ser una paradoja pero no lo es.