Es un misterio cómo y por qué Mikao Usui vivió apenas 4 años desde que se transformó en canal de la energía Reiki y por qué falleció de un ataque al corazón cuando justamente era canal de una energía sanadora universal.
Según la información recibida hasta el momento, sabemos que Mikao Usui recibió esta energía en el momento de desapegarse de su búsqueda, por lo que haríamos bien en desapegarnos de la comprensión mental de varias cosas.
Toda la historia temprana del Reiki es confusa. Lo que sí sabemos es que el padre del Reiki era monje budista y que se tomó muy en serio su meditación en el Monte Kurama. También sabemos que su propósito era el desarrollo espiritual y no específicamente la sanación física… algo que sí le importaba especialmente al Doctor Chujiro Hayashi.
Sabemos que hay todo tipo de opiniones acerca de los símbolos, las iniciaciones y demás, por lo cual no nos convendría creer que hay una sola verdad… o al menos no nos convendría creer que somos poseedores de ella.
La pregunta que surge es: ¿tiene sentido movernos en el plano de la mente para dilucidar algo que terminaría fomentando el apego a ideas?
Y la respuesta inmediata es: “No, la cosa no va por ahí”.
Entonces, ¿por dónde va?
La respuesta que me ha venido sirviendo a mí, la que me hace levantar cada mañana con entusiasmo es:
El Reiki y la Meditación son el complemento perfecto, uno del otro, para investigar en uno mismo y llegar a contactar con “eso”.
Eso a lo que si le ponemos palabra nos encasillamos en teorías, linajes y asuntos creados por los hombres para separarse unos de otros, para diferenciarse, para hacerle el campo orégano al ego.
¿Qué sabemos de “eso” con lo que queremos contactar?
Sabemos que “eso” no está afuera, está adentro.
Sabemos que no tiene descripción posible en el plano mental, pues no se trata de pensamientos.
Sabemos que no tiene comparación con nada que hayamos conocido con la mente o las emociones.
Y sabemos que nunca estuvo lejos… siempre estuvo en el mismísmo centro de nuestro ser.
La meditación que nos dicen que Mikao Usui recomendaba es la meditación que más rápidamente nos traslada a un espacio de silencio mental, la por muchos de nosotros amada “Gassho”.
Existe, sin embargo, un riesgo con esta meditación: que el silencio mental nos traslade a un espacio de inconciencia, de reposo de la atención.
El objetivo de la meditación siempre es la atención plena, la conciencia plena. ¿Dónde poner la atención cuando la mente y las emociones desaparecen?
Justamente: en eso inexplicable pero vivenciable. En eso que si se explica, se transforma en un constructo mental y desaparece en ese mismo instante que se nombra.
Pero hay un par de pistas de cómo llegar que sí podemos poner en palabras.
En primer lugar: saber reconocer la mente y a sus pensamientos de todo lo demás.
En segundo lugar: ser testigo de las emociones y su evolución.
Y por fin: observar lo que permanece siempre estable, “detrás” de las emociones.
La Meditación contribuye con la concentración, con la dirección de la atención.
El Reiki contribuye a disminuir los pensamientos, reducir las emociones incómodas, amplificar nuestro bienestar general y mejorar nuestro estado energético.
Si traemos una práctica de meditación constante, sabemos diferenciar claramente los planos físico, mental, emocional y energético… y no tomárnoslos demasiado en serio. También sabemos reconocer a nuestro niño interior, yo medio y yo superior.
El Reiki es esa herramienta que nos allana el camino en cualquiera de esos planos y aspectos para que podamos dar ese gran paso hacia el encuentro con nuestra esencia.
En el camino aparecerán gradualmente la compasión, la paciencia, el dolor por todo y todos… y desaparecerán asuntos tales como las certezas y las urgencias.
Habrá mil otras formas pero estas dos son las herramientas que conozco y agradezco cada día.
Hoy es 8 de setiembre de 2019.